100 medidas
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100 medidas
Las 100 primeras medidas que tomare cuando sea señor del mal
1.
Mis Legiones del Terror llevarán cascos con visera transparente, no opaca.
2.
Los
conductos de ventilación de mis instalaciones serán demasiado pequeños
como para que se pueda pasar por ellos, ni siquiera a rastras.
3.
Mi
noble hermanastro (cuyo trono usurpé) será liquidado y no permanecerá
cautivo anónimamente en una celda olvidada de mis calabozos.
4.
Morir acribillados no es demasiado bueno para mis enemigos.
5.
El
artefacto origen de mi poder no estará guardado en la Montaña de la
Desesperación que hay más allá del Río de Fuego, ni lo custodiarán los
Dragones de la Eternidad. Estará en mi caja fuerte. Lo mismo se
aplicará al objeto que representa mi única debilidad.
6.
No me regodearé de mis enemigos capturados antes de matarles.
7.
Cuando
haya capturado a un adversario y éste me diga: “Antes de matarme,
explícame de qué va todo esto”, le diré que no y le mataré. Bien
pensado, le mataré y después le diré que no.
8.
Después de
secuestrar a la bella princesa, nos casaremos de inmediato en una
discreta ceremonia civil, y no en un espectáculo lujoso que tarde en
organizarse las mismas tres semanas que precisa la fase final de mi
plan.
9.
No dispondré de un mecanismo de autodestrucción a menos
que sea absolutamente necesario. Si finalmente resulta necesario, no
será un botón rojo de grandes dimensiones rotulado “Peligro: no
apretar” sino que dicho botón, al ser apretado, disparará un chorro de
proyectiles contra quien haya sido lo bastante idiota como para
hacerlo. De forma similar, el interruptor principal no estará marcado
como tal.
10.
No interrogaré a mis enemigos en mi sancta sanctorum. Un hotelito bien alejado de mis fronteras servirá.
11.
Actuaré
con precaución pese a mi superioridad, y por lo tanto no precisaré
demostrarla dejando pistas en forma de acertijos, o dejando con vida a
mis débiles enemigos porque no representan amenaza alguna.
12.
Uno
de mis consejeros será un niño (normal) de cinco años. Cualquier fallo
que él sea capaz de encontrar en mis planes será corregido de inmediato.
13.
Todos
mis enemigos muertos serán incinerados, o por lo menos se les
acribillará, no se les dejará por muertos en el fondo de un precipicio.
Ni el anuncio de su muerte ni el de la subsiguiente celebración tendrán
lugar hasta después de una cosa u otra.
14.
El héroe no tiene derecho a un último beso, cigarrillo, ni ningún otro tipo de último deseo.
15.
Jamás
emplearé ningún artefacto con un reloj digital de cuenta atrás. Si tal
artilugio es absolutamente inevitable, dispondré que se active cuando
el contador marque 117 y el héroe aún esté poniendo su plan en marcha.
16.
Jamás pronunciaré la frase: “Antes de matarte, hay algo que quiero saber”
17.
Cuando contrate consejeros, de vez en cuando haré caso de sus consejos.
18.
Nunca
tendré un hijo. Aunque su patético y mal planificado intento de
usurparme el poder fracasará con facilidad, podría resultar una
distracción fatal en un momento crítico.
19.
Nunca tendré una hija. Sería tan bella como malvada, pero con una simple mirada al héroe traicionaría a su propio padre.
20.
A
pesar de que están demostrados sus efectos para reducir el stress, no
prorrumpiré en risas maníacas. Cuando uno está ocupado en ello, es
fácil no darse cuenta de sucesos inesperados que un individuo más
atento notaría de inmediato.
21.
Contrataré a un diseñador de
talento a fin de que cree uniformes originales para mis Legiones del
Terror, en lugar de copiar los de las tropas de asalto Nazis, las
legiones Romanas o las salvajes hordas Mongolas. Todos ellos acabaron
siendo derrotados y yo quiero para mis tropas una actitud más positiva.
22.
No
importa cuánto me pueda tentar la posibilidad de adquirir un poder
ilimitado, nunca consumiré un campo de energía mayor que mi cabeza.
23.
Guardaré
cierta cantidad de amas de baja tecnología y mis tropas estarán
entrenadas en su uso. De esta forma, incluso si los héroes consiguen
neutralizar mi generador de energía y/o convertir en inútiles las armas
de energía estándar, mis tropas no serán arrolladas por un puñado de
salvajes armados de palos y piedras.
24.
Seré consciente en cada
momento de mis puntos fuertes y débiles. Incluso si ello le quita
gracia al trabajo, por lo menos nunca pronunciaré la frase: “¡No puede
ser! ¡SOY INVENCIBLE! (después de la cual la muerte suele ser
instantánea)”.
25.
No importa lo bien que pueda llegar a
funcionar, jamás construiré ningún tipo de maquinaria que sea
completamente indestructible salvo por un pequeño y virtualmente
inaccesible punto débil.
26.
No importa lo atractiva que pueda
ser cierta componente de la Rebelión, probablemente habrá alguna otra
igual de atractiva y que no quiera matarme. Por lo tanto, me lo pensaré
dos veces antes de hacerme enviar una prisionera al dormitorio.
27.
Jamás
construiré un solo ejemplar de algo importante. Todos los sistemas
importantes tendrán paneles de control y suministro de energía
alternativos. Por la misma razón, siempre llevaré encima por lo menos
dos armas cargadas en todo momento.
28.
Mi monstruo mascota
estará guardado en una jaula reforzada, de la que no pueda escapar y en
la que yo no pueda caer accidentalmente.
29.
Me vestiré con ropajes brillantes y agradables, para confundir al enemigo.
30.
Todos
los conjuradores tartamudos, escuderos torpes, bardos sin talento y
ladrones cobardes del país serán ajusticiados cautelarmente. Así,
privados del contrapunto cómico a los momentos de angustia, mis
enemigos se darán por vencidos y abandonarán su causa.
31.
Todas
las camareras pechugonas e inocentes del reino serán sustituidas por
otras que sean planas y estén de vuelta de todo, para que no puedan
proporcionar refuerzos inesperados y/o ocasiones románticas al héroe o
a su ayudante.
32.
No me dejaré llevar por la ira, matando a un
mensajero que trae malas noticias, sólo para demostrar lo malo que soy:
los buenos mensajeros son difíciles de encontrar.
33.
No haré que
las oficialas de alto rango de mi organización lleven corpiños de
acero. La moral mejora con un uniforme menos rígido. De igual forma, el
cuero negro ceñido quedará reservado para el uniforme de gala.
34.
No me convertiré en serpiente. Nunca ayuda.
35.
No
me dejaré perilla. En otros tiempos te hacía parecer diabólico, pero
hoy en día tan solo pareces un miembro disidente de la Generación X.
36.
No
mantendré presos a miembros del mismo grupo en el mismo bloque de
celdas (ni por supuesto en la misma celda). Si son prisioneros
importantes, la única llave de la celda la llevaré encima en lugar de
dar copias de la llave a todos los guardias de la cárcel.
37.
Si
mi lugarteniente de confianza me informa de que mis Legiones del Terror
están perdiendo una batalla, le creeré. Después de todo, es mi
lugarteniente de confianza.
38.
Si un enemigo que acabo de matar
tiene un hermano menor o cualquier tipo de descendencia en cualquier
lugar, lo haré encontrar y matar de inmediato, en lugar de esperar a
que crezca abrigando sentimientos de venganza contra mí cuando yo sea
anciano.
39.
Si es imprescindible cabalgar a la batalla, está
claro que no cabalgaré al frente de mis Legiones del Terror, ni buscaré
el combate singular con el líder de mis oponentes.
40.
No seré ni
deportivo ni caballeroso. Si dispongo de un arma imparable, la
utilizaré lo antes posible y tan a menudo como sea posible, en lugar de
mantenerla en reserva.
41.
Una vez mi poder esté asegurado, destruiré todos esos molestos artefactos para viajar por el tiempo.
42.
Cuando
capture al héroe, me aseguraré de capturar también a cualquier perro,
mono, hurón u otro animal asquerosamente adorable, capaz de desatar sus
cuerdas o llevarle las llaves, que lleve consigo.
43.
Mantendré
una saludable dosis de escepticismo cuando capture a la bella rebelde y
ella afirme lo atractivo que encuentra mi poder y mi buen tipo, así
como que de buena gana traicionaría a sus compañeros si tan solo le
explicara mis planes.
44.
Sólo contrataré cazadores de
recompensas que trabajen por dinero. Los que lo hacen por el placer de
la caza son propensos a hacer tonterías como igualar las fuerzas para
darle al otro una oportunidad.
45.
Me aseguraré de entender
claramente quién es responsable de qué en mi organización. Por ejemplo,
si mi general falla estrepitosamente, no sacaré mi arma y le apuntaré a
él diciéndole: “Éste es el precio del fracaso”, para después darme la
vuelta y matar a otro sicario al azar.
46.
Si un consejero me dice: “Señor, sólo es un hombre. ¿Qué puede hacer un hombre solo?”, le responderé “Esto” y le mataré.
47.
Si
me entero de que un joven amargado ha decidido destruirme, le mataré
mientras sea un joven resentido en lugar de esperar a que madure.
48.
Trataré
a cualquier bestia a la que controle por medios mágicos o tecnológicos
con respeto y amabilidad, para que si alguna vez se escapa no venga a
por mí de inmediato en busca de venganza.
49.
Si consigo
averiguar el paradero del único artefacto que puede destruirme, no
enviaré todas mis tropas a buscarlo. En vez de eso, les enviaré a
buscar otra cosa y pondré un anuncio clasificado en el periódico local
ofreciendo por él un buen precio.
1.
Mis Legiones del Terror llevarán cascos con visera transparente, no opaca.
2.
Los
conductos de ventilación de mis instalaciones serán demasiado pequeños
como para que se pueda pasar por ellos, ni siquiera a rastras.
3.
Mi
noble hermanastro (cuyo trono usurpé) será liquidado y no permanecerá
cautivo anónimamente en una celda olvidada de mis calabozos.
4.
Morir acribillados no es demasiado bueno para mis enemigos.
5.
El
artefacto origen de mi poder no estará guardado en la Montaña de la
Desesperación que hay más allá del Río de Fuego, ni lo custodiarán los
Dragones de la Eternidad. Estará en mi caja fuerte. Lo mismo se
aplicará al objeto que representa mi única debilidad.
6.
No me regodearé de mis enemigos capturados antes de matarles.
7.
Cuando
haya capturado a un adversario y éste me diga: “Antes de matarme,
explícame de qué va todo esto”, le diré que no y le mataré. Bien
pensado, le mataré y después le diré que no.
8.
Después de
secuestrar a la bella princesa, nos casaremos de inmediato en una
discreta ceremonia civil, y no en un espectáculo lujoso que tarde en
organizarse las mismas tres semanas que precisa la fase final de mi
plan.
9.
No dispondré de un mecanismo de autodestrucción a menos
que sea absolutamente necesario. Si finalmente resulta necesario, no
será un botón rojo de grandes dimensiones rotulado “Peligro: no
apretar” sino que dicho botón, al ser apretado, disparará un chorro de
proyectiles contra quien haya sido lo bastante idiota como para
hacerlo. De forma similar, el interruptor principal no estará marcado
como tal.
10.
No interrogaré a mis enemigos en mi sancta sanctorum. Un hotelito bien alejado de mis fronteras servirá.
11.
Actuaré
con precaución pese a mi superioridad, y por lo tanto no precisaré
demostrarla dejando pistas en forma de acertijos, o dejando con vida a
mis débiles enemigos porque no representan amenaza alguna.
12.
Uno
de mis consejeros será un niño (normal) de cinco años. Cualquier fallo
que él sea capaz de encontrar en mis planes será corregido de inmediato.
13.
Todos
mis enemigos muertos serán incinerados, o por lo menos se les
acribillará, no se les dejará por muertos en el fondo de un precipicio.
Ni el anuncio de su muerte ni el de la subsiguiente celebración tendrán
lugar hasta después de una cosa u otra.
14.
El héroe no tiene derecho a un último beso, cigarrillo, ni ningún otro tipo de último deseo.
15.
Jamás
emplearé ningún artefacto con un reloj digital de cuenta atrás. Si tal
artilugio es absolutamente inevitable, dispondré que se active cuando
el contador marque 117 y el héroe aún esté poniendo su plan en marcha.
16.
Jamás pronunciaré la frase: “Antes de matarte, hay algo que quiero saber”
17.
Cuando contrate consejeros, de vez en cuando haré caso de sus consejos.
18.
Nunca
tendré un hijo. Aunque su patético y mal planificado intento de
usurparme el poder fracasará con facilidad, podría resultar una
distracción fatal en un momento crítico.
19.
Nunca tendré una hija. Sería tan bella como malvada, pero con una simple mirada al héroe traicionaría a su propio padre.
20.
A
pesar de que están demostrados sus efectos para reducir el stress, no
prorrumpiré en risas maníacas. Cuando uno está ocupado en ello, es
fácil no darse cuenta de sucesos inesperados que un individuo más
atento notaría de inmediato.
21.
Contrataré a un diseñador de
talento a fin de que cree uniformes originales para mis Legiones del
Terror, en lugar de copiar los de las tropas de asalto Nazis, las
legiones Romanas o las salvajes hordas Mongolas. Todos ellos acabaron
siendo derrotados y yo quiero para mis tropas una actitud más positiva.
22.
No
importa cuánto me pueda tentar la posibilidad de adquirir un poder
ilimitado, nunca consumiré un campo de energía mayor que mi cabeza.
23.
Guardaré
cierta cantidad de amas de baja tecnología y mis tropas estarán
entrenadas en su uso. De esta forma, incluso si los héroes consiguen
neutralizar mi generador de energía y/o convertir en inútiles las armas
de energía estándar, mis tropas no serán arrolladas por un puñado de
salvajes armados de palos y piedras.
24.
Seré consciente en cada
momento de mis puntos fuertes y débiles. Incluso si ello le quita
gracia al trabajo, por lo menos nunca pronunciaré la frase: “¡No puede
ser! ¡SOY INVENCIBLE! (después de la cual la muerte suele ser
instantánea)”.
25.
No importa lo bien que pueda llegar a
funcionar, jamás construiré ningún tipo de maquinaria que sea
completamente indestructible salvo por un pequeño y virtualmente
inaccesible punto débil.
26.
No importa lo atractiva que pueda
ser cierta componente de la Rebelión, probablemente habrá alguna otra
igual de atractiva y que no quiera matarme. Por lo tanto, me lo pensaré
dos veces antes de hacerme enviar una prisionera al dormitorio.
27.
Jamás
construiré un solo ejemplar de algo importante. Todos los sistemas
importantes tendrán paneles de control y suministro de energía
alternativos. Por la misma razón, siempre llevaré encima por lo menos
dos armas cargadas en todo momento.
28.
Mi monstruo mascota
estará guardado en una jaula reforzada, de la que no pueda escapar y en
la que yo no pueda caer accidentalmente.
29.
Me vestiré con ropajes brillantes y agradables, para confundir al enemigo.
30.
Todos
los conjuradores tartamudos, escuderos torpes, bardos sin talento y
ladrones cobardes del país serán ajusticiados cautelarmente. Así,
privados del contrapunto cómico a los momentos de angustia, mis
enemigos se darán por vencidos y abandonarán su causa.
31.
Todas
las camareras pechugonas e inocentes del reino serán sustituidas por
otras que sean planas y estén de vuelta de todo, para que no puedan
proporcionar refuerzos inesperados y/o ocasiones románticas al héroe o
a su ayudante.
32.
No me dejaré llevar por la ira, matando a un
mensajero que trae malas noticias, sólo para demostrar lo malo que soy:
los buenos mensajeros son difíciles de encontrar.
33.
No haré que
las oficialas de alto rango de mi organización lleven corpiños de
acero. La moral mejora con un uniforme menos rígido. De igual forma, el
cuero negro ceñido quedará reservado para el uniforme de gala.
34.
No me convertiré en serpiente. Nunca ayuda.
35.
No
me dejaré perilla. En otros tiempos te hacía parecer diabólico, pero
hoy en día tan solo pareces un miembro disidente de la Generación X.
36.
No
mantendré presos a miembros del mismo grupo en el mismo bloque de
celdas (ni por supuesto en la misma celda). Si son prisioneros
importantes, la única llave de la celda la llevaré encima en lugar de
dar copias de la llave a todos los guardias de la cárcel.
37.
Si
mi lugarteniente de confianza me informa de que mis Legiones del Terror
están perdiendo una batalla, le creeré. Después de todo, es mi
lugarteniente de confianza.
38.
Si un enemigo que acabo de matar
tiene un hermano menor o cualquier tipo de descendencia en cualquier
lugar, lo haré encontrar y matar de inmediato, en lugar de esperar a
que crezca abrigando sentimientos de venganza contra mí cuando yo sea
anciano.
39.
Si es imprescindible cabalgar a la batalla, está
claro que no cabalgaré al frente de mis Legiones del Terror, ni buscaré
el combate singular con el líder de mis oponentes.
40.
No seré ni
deportivo ni caballeroso. Si dispongo de un arma imparable, la
utilizaré lo antes posible y tan a menudo como sea posible, en lugar de
mantenerla en reserva.
41.
Una vez mi poder esté asegurado, destruiré todos esos molestos artefactos para viajar por el tiempo.
42.
Cuando
capture al héroe, me aseguraré de capturar también a cualquier perro,
mono, hurón u otro animal asquerosamente adorable, capaz de desatar sus
cuerdas o llevarle las llaves, que lleve consigo.
43.
Mantendré
una saludable dosis de escepticismo cuando capture a la bella rebelde y
ella afirme lo atractivo que encuentra mi poder y mi buen tipo, así
como que de buena gana traicionaría a sus compañeros si tan solo le
explicara mis planes.
44.
Sólo contrataré cazadores de
recompensas que trabajen por dinero. Los que lo hacen por el placer de
la caza son propensos a hacer tonterías como igualar las fuerzas para
darle al otro una oportunidad.
45.
Me aseguraré de entender
claramente quién es responsable de qué en mi organización. Por ejemplo,
si mi general falla estrepitosamente, no sacaré mi arma y le apuntaré a
él diciéndole: “Éste es el precio del fracaso”, para después darme la
vuelta y matar a otro sicario al azar.
46.
Si un consejero me dice: “Señor, sólo es un hombre. ¿Qué puede hacer un hombre solo?”, le responderé “Esto” y le mataré.
47.
Si
me entero de que un joven amargado ha decidido destruirme, le mataré
mientras sea un joven resentido en lugar de esperar a que madure.
48.
Trataré
a cualquier bestia a la que controle por medios mágicos o tecnológicos
con respeto y amabilidad, para que si alguna vez se escapa no venga a
por mí de inmediato en busca de venganza.
49.
Si consigo
averiguar el paradero del único artefacto que puede destruirme, no
enviaré todas mis tropas a buscarlo. En vez de eso, les enviaré a
buscar otra cosa y pondré un anuncio clasificado en el periódico local
ofreciendo por él un buen precio.
dark spark- Principiante
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 01/07/2008
ficha
experiencia:
(0/0)
nivel: 0
objetos:
Re: 100 medidas
50.
Mis ordenadores principales
tendrán su propio sistema operativo especial, completamente
incompatible con los portátiles tanto IBM como Macintosh.
51.
Si
uno de los guardias de mis calabozos empieza a expresar su preocupación
sobre las malas condiciones de la celda de la princesa, le trasladaré
de inmediato a un puesto menos orientado a las personas.
52.
Contrataré
a un grupo de arquitectos, aparejadores y topógrafos para que examinen
mi castillo y me informen de cualquier pasaje secreto y túnel
abandonado que yo pudiera ignorar.
53.
Si la bella princesa que he capturado dice: “!Nunca me casaré contigo!, ¿lo oyes? ¡Nunca!”, le contestaré: “vale” y la mataré.
54.
No haré un trato con un ser demoníaco y después intentaré romperlo sólo por llevarle la contraria.
55.
Los
mutantes deformes y los pirados tendrán cabida en mis Legiones del
Terror. Sin embargo, antes de enviarlos a una misión que requiera tacto
y sutileza miraré primero si dispongo de alguien igualmente cualificado
y que llame menos la atención.
56.
Mis Legiones del Terror
estarán entrenadas en puntería básica. Todo el que no pueda darle a un
blanco de tamaño humano a 10 metros será utilizado como blanco de tiro.
57.
Antes de utilizar maquinaria o artefactos capturados me leeré cuidadosamente las instrucciones.
58.
Si hay que escapar, no me pararé a hacer una pose dramática ni a recitar una frase lapidaria.
59.
Jamás construiré un ordenador más inteligente que yo.
60.
Mi
consejero de cinco años probará todos los códigos. Si los descifra en
menos de 30 segundos, no los usaré. Nota: esto también se aplicará a
las contraseñas.
61.
Si mis consejeros me preguntan: “¿Por qué
arriesgarlo todo en un plan tan descabellado?”, el plan no será puesto
en práctica hasta que disponga de una respuesta que les satisfaga.
62.
Diseñaré
los salones de las fortalezas sin concavidades ni apoyos estructurales
sobresalientes que permitan parapetarse detrás a posibles intrusos.
63.
La
basura se eliminará quemándola, no aplastándola, y los incineradores se
mantendrán uniformemente calientes, sin ninguna tontería como chorros
de llamas que atraviesan túneles accesibles a intervalos predecibles.
64.
Me
visitaré con un psiquiatra de prestigio que me cure de toda fobia
inusual y de todo hábito compulsivo que puedan constituir una
desventaja.
65.
Si tengo que disponer de ordenadores con
terminales públicos, los mapas que de mi complejo salgan en ellos
tendrán una sala claramente marcada como “Sala principal de control”,
que en realidad será la cámara de ejecuciones. La sala principal de
control estará marcada como “Depósito de residuos líquidos”.
66.
Mis
teclados de seguridad serán en realidad escáners de huellas dactilares.
Cualquiera que vea a alguien marcar una secuencia de botones o eche
polvo en el teclado para ver qué botones se han pulsado y después trate
de entrar repitiendo la secuencia, disparará la alarma.
67.
No
importa cuántos cortocircuitos haya en el sistema, mis guardas tratarán
todo fallo de una cámara de seguridad como una emergencia.
68.
Perdonaré
la vida de alguien que haya salvado la mía en el pasado; esto es
razonable porque anima a otros a hacerlo. Sin embargo, la oferta sólo
vale una vez. Si quieren que les perdone la vida de nuevo, que salven
de nuevo la mía.
69.
En mi reino estarán prohibidos los partos a
domicilio. Todos los bebés tendrán que nacer en hospitales del Estado.
Los huérfanos serán criados en casas de acogida, no abandonados en los
bosques para que los crien criaturas salvajes.
70.
Cuando mis
guardias se dividan para buscar intrusos, siempre irán en grupos de por
lo menos dos, y estarán entrenados para que, si uno desaparece
misteriosamente mientras patrulla, el otro dé la alerta de inmediato y
pida refuerzos, en lugar de asomar por una esquina con cara de alelado.
71.
Si
decido probar la lealtad de un lugarteniente para ver si se puede
confiar en él, tendré una escuadra de tiradores de élite a mano por si
la respuesta es no.
72.
Si todos los héroes están juntos
alrededor de un extraño aparato y comienzan a insultarme, sacaré un
arma convencional en lugar de mi arma invencible.
73.
No accederé
a que los héroes tomen parte en un concurso amañado en el que se
jueguen la libertad, aunque mis consejeros me juren que es imposible
que lo consigan
74.
Cuando cree una presentación multimedia de
mis planes, diseñada para que mi consejero de cinco años pueda entender
fácilmente los detalles, no rotularé el disco “Operación Señor del
mal”, ni lo olvidaré encima de mi mesa.
75.
Enseñaré a mis Legiones del Terror a atacar al héroe en masa, no de uno en uno ni de dos en dos.
76.
Si
el héroe se sube al tejado, no correré tras él ni lucharé con el en un
intento de tirarle abajo. Tampoco me enfrentaré con él en lo alto de un
acantilado (lo del puente de cuerdas sobre un río de lava no es ni de
recibo).
77.
Si sufro un ataque de locura temporal y decido darle
al héroe la posibilidad de que rechace un puesto de lugarteniente de
confianza, retendré la cordura suficiente como para proponérselo cuando
mi lugarteniente de confianza no lo oiga.
78.
No le diré a mis Legiones del Terror: “”¡Traedmelo vivo!” sino “Intentad traerlo con vida si resulta razonablemente práctico”.
79.
Si
mi Máquina del Juicio Final dispone de un botón de inversión del
efecto, una vez la haya utilizado con éxito la fundiré para hacer con
el metal medallas conmemorativas de edición limitada.
80.
Si mis
tropas más débiles no consiguen eliminar al héroe, enviaré a
continuación a las mejores en lugar de perder el tiempo con otras
progresivamente mejores conforme se vaya acercando a mi fortaleza.
81.
Si
lucho con el héroe sobre una plataforma móvil, le he desarmado y estoy
a punto de acabar con él, y en ese momento mira tras de mí y se echa al
suelo, yo también me echaré al suelo en lugar de darme la vuelta con
cara de tonto para ver qué es lo que ha visto.
82.
No dispararé a
ninguno de mis enemigos si se encuentran frente a la única viga que
soporta una estructura pesada, peligrosa y desequilibrada.
83.
Si
ceno con el héroe, pongo veneno en su copa y después tengo que
ausentarme de la mesa por alguna razón, pediré más bebida para ambos en
lugar de tener que decidir si intercambiar o no las copas.
84.
Nunca mantendré cautivos de un sexo bajo la vigilancia de miembros del sexo opuesto.
85.
Nunca
utilizaré planes cuya fase final sea horriblemente complicada, como por
ejemplo: “Alinear las 12 Piedras del Poder en el Altar Sagrado y
después activar el medallón en el momento preciso del eclipse total”,
sino que serán del tipo: “Apretar el botón”.
86.
Me aseguraré de que mi Máquina del Juicio Final cumpla con las normas de seguridad y disponga de una toma de tierra.
87.
Mis
tanques de productos químicos peligrosos permanecerán tapados cuando no
se usen y bajo ningún concepto construiré pasarelas por encima de ellos.
88.
Si
un grupo de sicarios fracasa estrepitosamente en una misión, no les
abroncaré por su incompetencia para enviar a continuación al mismo
grupo a probar de nuevo.
89.
Tras capturar la superarma del
héroe, no desmovilizaré de inmediato a mis legiones ni relajaré mi
guardia pensando que quien tenga el arma es invencible. Después de
todo, el héroe tenía el arma y yo le vencí.
90.
No diseñaré mi Sala principal de control con todos los puestos de trabajo dando la espalda a la puerta.
91.
No
ignoraré al mensajero que entra exhausto y obviamente agitado hasta
acabar mi aseo personal o mi entretenimiento de ese momento. Podría ser
algo urgente.
92.
Si hablo con el héroe por teléfono, en lugar de
insultarle le diré que su enorme perseverancia me ha permitido darme
cuenta de la futilidad de mis malas acciones, y que si me permite
dedicarme unos meses a la contemplación en solitario, es muy probable
que vuelva a la senda del bien (los héroes son increíblemente ingenuos
en este aspecto).
93.
Si decido realizar una ejecución doble, con
el héroe y un sicario que me falló o me traicionó, me aseguraré de que
el héroe vaya el primero.
94.
Cuando detengan a alguien, mis guardias no le dejarán que coja una baratija inútil de valor puramente sentimental.
95.
Mis
calabozos dispondrán de su propio equipo médico, con guardaespaldas y
todo. De esa forma, si un preso se pone enfermo y su compañero de celda
informa al guarda de que hay una emergencia, el guarda llamará al
servicio médico en lugar de abrir la puerta para mirar.
96.
Los
mecanismos de mis puertas estarán diseñados para que reventar el panel
de control del exterior las selle y reventar el del interior las abra,
y no al revés.
97.
Las celdas de mis calabozos no tendrán objeto alguno con superficies reflectantes, ni nada que se pueda deshilachar.
98.
Si
una pareja atractiva entra en mi reino, seguiré atentamente sus
actividades. Si son felices y afectuosos les ignoraré, pero si las
circunstancias les han forzado a viajar juntos contra su voluntad, y se
pasan el rato discutiendo y criticándose mutuamente excepto durante las
ocasiones intermitentes en que uno salva la vida del otro, en cuyo
momento hay indicios de tensión sexual, ordenaré de inmediato su
ejecución.
99.
Cualquier dato de importancia crucial será reducido hasta ocupar un máximo de 1′44 Mb.
100.
Y
finalmente, para mantener perpetuamente a mis súbditos en un estado de
hipnosis, les proporcionaré a todos acceso libre e ilimitado a Internet.
Mis ordenadores principales
tendrán su propio sistema operativo especial, completamente
incompatible con los portátiles tanto IBM como Macintosh.
51.
Si
uno de los guardias de mis calabozos empieza a expresar su preocupación
sobre las malas condiciones de la celda de la princesa, le trasladaré
de inmediato a un puesto menos orientado a las personas.
52.
Contrataré
a un grupo de arquitectos, aparejadores y topógrafos para que examinen
mi castillo y me informen de cualquier pasaje secreto y túnel
abandonado que yo pudiera ignorar.
53.
Si la bella princesa que he capturado dice: “!Nunca me casaré contigo!, ¿lo oyes? ¡Nunca!”, le contestaré: “vale” y la mataré.
54.
No haré un trato con un ser demoníaco y después intentaré romperlo sólo por llevarle la contraria.
55.
Los
mutantes deformes y los pirados tendrán cabida en mis Legiones del
Terror. Sin embargo, antes de enviarlos a una misión que requiera tacto
y sutileza miraré primero si dispongo de alguien igualmente cualificado
y que llame menos la atención.
56.
Mis Legiones del Terror
estarán entrenadas en puntería básica. Todo el que no pueda darle a un
blanco de tamaño humano a 10 metros será utilizado como blanco de tiro.
57.
Antes de utilizar maquinaria o artefactos capturados me leeré cuidadosamente las instrucciones.
58.
Si hay que escapar, no me pararé a hacer una pose dramática ni a recitar una frase lapidaria.
59.
Jamás construiré un ordenador más inteligente que yo.
60.
Mi
consejero de cinco años probará todos los códigos. Si los descifra en
menos de 30 segundos, no los usaré. Nota: esto también se aplicará a
las contraseñas.
61.
Si mis consejeros me preguntan: “¿Por qué
arriesgarlo todo en un plan tan descabellado?”, el plan no será puesto
en práctica hasta que disponga de una respuesta que les satisfaga.
62.
Diseñaré
los salones de las fortalezas sin concavidades ni apoyos estructurales
sobresalientes que permitan parapetarse detrás a posibles intrusos.
63.
La
basura se eliminará quemándola, no aplastándola, y los incineradores se
mantendrán uniformemente calientes, sin ninguna tontería como chorros
de llamas que atraviesan túneles accesibles a intervalos predecibles.
64.
Me
visitaré con un psiquiatra de prestigio que me cure de toda fobia
inusual y de todo hábito compulsivo que puedan constituir una
desventaja.
65.
Si tengo que disponer de ordenadores con
terminales públicos, los mapas que de mi complejo salgan en ellos
tendrán una sala claramente marcada como “Sala principal de control”,
que en realidad será la cámara de ejecuciones. La sala principal de
control estará marcada como “Depósito de residuos líquidos”.
66.
Mis
teclados de seguridad serán en realidad escáners de huellas dactilares.
Cualquiera que vea a alguien marcar una secuencia de botones o eche
polvo en el teclado para ver qué botones se han pulsado y después trate
de entrar repitiendo la secuencia, disparará la alarma.
67.
No
importa cuántos cortocircuitos haya en el sistema, mis guardas tratarán
todo fallo de una cámara de seguridad como una emergencia.
68.
Perdonaré
la vida de alguien que haya salvado la mía en el pasado; esto es
razonable porque anima a otros a hacerlo. Sin embargo, la oferta sólo
vale una vez. Si quieren que les perdone la vida de nuevo, que salven
de nuevo la mía.
69.
En mi reino estarán prohibidos los partos a
domicilio. Todos los bebés tendrán que nacer en hospitales del Estado.
Los huérfanos serán criados en casas de acogida, no abandonados en los
bosques para que los crien criaturas salvajes.
70.
Cuando mis
guardias se dividan para buscar intrusos, siempre irán en grupos de por
lo menos dos, y estarán entrenados para que, si uno desaparece
misteriosamente mientras patrulla, el otro dé la alerta de inmediato y
pida refuerzos, en lugar de asomar por una esquina con cara de alelado.
71.
Si
decido probar la lealtad de un lugarteniente para ver si se puede
confiar en él, tendré una escuadra de tiradores de élite a mano por si
la respuesta es no.
72.
Si todos los héroes están juntos
alrededor de un extraño aparato y comienzan a insultarme, sacaré un
arma convencional en lugar de mi arma invencible.
73.
No accederé
a que los héroes tomen parte en un concurso amañado en el que se
jueguen la libertad, aunque mis consejeros me juren que es imposible
que lo consigan
74.
Cuando cree una presentación multimedia de
mis planes, diseñada para que mi consejero de cinco años pueda entender
fácilmente los detalles, no rotularé el disco “Operación Señor del
mal”, ni lo olvidaré encima de mi mesa.
75.
Enseñaré a mis Legiones del Terror a atacar al héroe en masa, no de uno en uno ni de dos en dos.
76.
Si
el héroe se sube al tejado, no correré tras él ni lucharé con el en un
intento de tirarle abajo. Tampoco me enfrentaré con él en lo alto de un
acantilado (lo del puente de cuerdas sobre un río de lava no es ni de
recibo).
77.
Si sufro un ataque de locura temporal y decido darle
al héroe la posibilidad de que rechace un puesto de lugarteniente de
confianza, retendré la cordura suficiente como para proponérselo cuando
mi lugarteniente de confianza no lo oiga.
78.
No le diré a mis Legiones del Terror: “”¡Traedmelo vivo!” sino “Intentad traerlo con vida si resulta razonablemente práctico”.
79.
Si
mi Máquina del Juicio Final dispone de un botón de inversión del
efecto, una vez la haya utilizado con éxito la fundiré para hacer con
el metal medallas conmemorativas de edición limitada.
80.
Si mis
tropas más débiles no consiguen eliminar al héroe, enviaré a
continuación a las mejores en lugar de perder el tiempo con otras
progresivamente mejores conforme se vaya acercando a mi fortaleza.
81.
Si
lucho con el héroe sobre una plataforma móvil, le he desarmado y estoy
a punto de acabar con él, y en ese momento mira tras de mí y se echa al
suelo, yo también me echaré al suelo en lugar de darme la vuelta con
cara de tonto para ver qué es lo que ha visto.
82.
No dispararé a
ninguno de mis enemigos si se encuentran frente a la única viga que
soporta una estructura pesada, peligrosa y desequilibrada.
83.
Si
ceno con el héroe, pongo veneno en su copa y después tengo que
ausentarme de la mesa por alguna razón, pediré más bebida para ambos en
lugar de tener que decidir si intercambiar o no las copas.
84.
Nunca mantendré cautivos de un sexo bajo la vigilancia de miembros del sexo opuesto.
85.
Nunca
utilizaré planes cuya fase final sea horriblemente complicada, como por
ejemplo: “Alinear las 12 Piedras del Poder en el Altar Sagrado y
después activar el medallón en el momento preciso del eclipse total”,
sino que serán del tipo: “Apretar el botón”.
86.
Me aseguraré de que mi Máquina del Juicio Final cumpla con las normas de seguridad y disponga de una toma de tierra.
87.
Mis
tanques de productos químicos peligrosos permanecerán tapados cuando no
se usen y bajo ningún concepto construiré pasarelas por encima de ellos.
88.
Si
un grupo de sicarios fracasa estrepitosamente en una misión, no les
abroncaré por su incompetencia para enviar a continuación al mismo
grupo a probar de nuevo.
89.
Tras capturar la superarma del
héroe, no desmovilizaré de inmediato a mis legiones ni relajaré mi
guardia pensando que quien tenga el arma es invencible. Después de
todo, el héroe tenía el arma y yo le vencí.
90.
No diseñaré mi Sala principal de control con todos los puestos de trabajo dando la espalda a la puerta.
91.
No
ignoraré al mensajero que entra exhausto y obviamente agitado hasta
acabar mi aseo personal o mi entretenimiento de ese momento. Podría ser
algo urgente.
92.
Si hablo con el héroe por teléfono, en lugar de
insultarle le diré que su enorme perseverancia me ha permitido darme
cuenta de la futilidad de mis malas acciones, y que si me permite
dedicarme unos meses a la contemplación en solitario, es muy probable
que vuelva a la senda del bien (los héroes son increíblemente ingenuos
en este aspecto).
93.
Si decido realizar una ejecución doble, con
el héroe y un sicario que me falló o me traicionó, me aseguraré de que
el héroe vaya el primero.
94.
Cuando detengan a alguien, mis guardias no le dejarán que coja una baratija inútil de valor puramente sentimental.
95.
Mis
calabozos dispondrán de su propio equipo médico, con guardaespaldas y
todo. De esa forma, si un preso se pone enfermo y su compañero de celda
informa al guarda de que hay una emergencia, el guarda llamará al
servicio médico en lugar de abrir la puerta para mirar.
96.
Los
mecanismos de mis puertas estarán diseñados para que reventar el panel
de control del exterior las selle y reventar el del interior las abra,
y no al revés.
97.
Las celdas de mis calabozos no tendrán objeto alguno con superficies reflectantes, ni nada que se pueda deshilachar.
98.
Si
una pareja atractiva entra en mi reino, seguiré atentamente sus
actividades. Si son felices y afectuosos les ignoraré, pero si las
circunstancias les han forzado a viajar juntos contra su voluntad, y se
pasan el rato discutiendo y criticándose mutuamente excepto durante las
ocasiones intermitentes en que uno salva la vida del otro, en cuyo
momento hay indicios de tensión sexual, ordenaré de inmediato su
ejecución.
99.
Cualquier dato de importancia crucial será reducido hasta ocupar un máximo de 1′44 Mb.
100.
Y
finalmente, para mantener perpetuamente a mis súbditos en un estado de
hipnosis, les proporcionaré a todos acceso libre e ilimitado a Internet.
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